El Tarot es conocido por su veta oracular (predictiva).
Lo que sucede con ese enfoque es que el futuro que se despliega en las cartas es el resultado de todas las decisiones que la persona tomó al momento de la consulta. Por lo cual, si cambia de decisión o cambian alguna de las variables, ese futuro puede cambiar. Además, este tipo de perspectiva nos deja en un lugar de espectadores de nuestra vida, no de partícipes.

Pensemos que el presente es el resultado de las decisiones que tomamos en el pasado,
así como el futuro va a ser el resultado de las decisiones que tomemos hoy.

La sesión de Tarot posibilita una gran apertura de panorama presente.
Al hacer esto, podemos conocer mejor dónde estamos parados. Imaginate que es como si estuvieras en la base de una montaña: vas a tener una vista reducida del entorno.

La sesión funciona como si te subieras a la montaña:
es la misma realidad, pero vista desde otra perspectiva, que te habilita a tener más información. Y de esa manera, las perspectivas de futuro también se amplían, porque puedo decidir sobre algo que tal vez antes no veía o ahora veo con más claridad.

Cosas que se pueden trabajar:
qué puede estar trabando un proceso, de dónde viene cierta repetición de patrones, cómo estoy parada frente a un determinado ámbito de vida (por ejemplo, en lo laboral, en lo vincular, etc.), evaluación de opciones para tomar decisiones, etc.