Pero, en mi humilde concepción, el deseo es Marte, no Venus.
Anne Carson en su libro “Eros, el agridulce” dice que el deseo se basa en la falta , o sea que deseamos lo que no tenemos y es lo que nos hace querer movernos. Nos movemos para ir a buscar lo que deseamos. Eso, para mi, es bien marciano.
Ahora bien, en esta sociedad en la que vivimos siempre estamos deseando algo, algo más, porque siempre falta, siempre estamos en busca de algo… un mejor auto, una casa más grande, unas vacaciones en algún lugar lindo.
Trabajamos mucho, porque hay que obtener, conseguir, lo que nos falta. O lo que se supone que nos falta.
Por eso, creo que estamos, a nivel sociedad, con Venus en sombra, en el sentido que, para mi Venus es -entre otras cosas- lo que valoramos.
Por lo cual, la dinámica Marte-Venus tiene que ver con ir a buscar pero también valorar cuando lo obtengo. Sino, se siente como si siempre tuviera hambre.
Y si lo pensamos más, incluso también Venus podría darnos una pista sobre qué ir a buscar. Por ejemplo, puedo desear una cartera Louis Vuitton pero quizás no la valore realmente.
Kate Northrop en su libro “Money: a love story” habla de cómo reframear frases para concientizar nuestras elecciones.
No valoro 3 mil dólares una cartera. Pero como soy Venus en Sagitario, me parecería mejor dinero invertido en un viaje, en un máster o en libros. Por ende, la puedo desear a la cartera, pero puedo no dejarla entrar. Y ahí aparece el otro lado de lo venusino: la receptividad. Estamos acostumbrados a ir por todo pero ¿qué nos pasa con recibir? ¿con pedir ayuda? ¿con quedarme quieta y esperar a que el otro se mueva?
Es como si yo fuera muy buena vendiendo, yendo a buscar clientes, pero después me diera vergüenza cobrarles o no supiera ponerle precio a lo que hago. Y ahí, hay algo del círculo que no cierra.
También se habla de que Marte es el deseo y Venus el objeto del deseo, por eso a Marte se lo asocia al hombre y a Venus a la mujer. Pero en el paradigma en el que crecí, ese objeto de deseo, no es Venus sino Saturno, porque es un molde en el que tenes que encajar. Hay una forma de ser mujer deseada, no cualquiera. Pero también creo que es un poco adrede: mientras estamos preocupadas por nuestra estética, no estamos preocupadas por cosas más importantes cómo lograr más poder en el mundo. Pero bueno, por ahí ese es tema de Plutón y acá estamos hablando de Venus.
Es interesante observar que mujeres como Marilyn Monroe o Pamela Anderson, iconos de belleza, no han tenido vidas sentimentales felices. O sea, que la promesa que nos venden de que con ser hermosa es suficiente para lograr la felicidad, es una falacia. De nuevo, una cosa es ser deseada y otra es ser valorada.
Hoy por suerte hay más diversidad de “moldes”, se ve que nuestra conciencia sobre Venus en el concepto de belleza y armonía, se está actualizando.
Venus, como todo planeta, tiene un rulo evolutivo. Venus, a nivel relaciones, suele ser lo que nos atrae del otro. Siendo Venus en Sagitario, siempre me gustó “el que sabe” y el que me hace reír. Mi crush de toda la vida es Indiana Jones, que es profesor universitario, canchero y aventurero. Y también es por lo que creo que atraigo yo. Siempre fui la simpática, la ingeniosa, nunca la linda. Eso se lo dejo a las Venus en Tauro, en Libra o en Piscis.
El tema es que Venus y Marte aparecen en momentos de atracción, es la danza. “El juego de seducción” como diría Gustavo Cerati.
Pero luego, cuando nos empezamos a querer, cuando empieza a mediar el afecto, aparece la Luna. Y el proceso que suele darse ahí es un automático en donde aparece la necesidad inconsciente de simbiotizarme con el otro o de fagocitarlo. En ambos casos, el otro, como entidad autónoma, como diferente, desaparece. Y empiezan los juegos de poder. A ver cuál de las dos identidades sobrevive, cuál se fagocita a la otra.
El desafío es incluir Luna y Venus, que pueda haber nido y cariño pero también que sobreviva la paridad y la diferencia.
Por otro lado, en el Tarot, Venus está representado por La emperatriz, que es el arquetipo de la Pachamama. La naturaleza es sabia, abundante y nos provee de todo lo que necesitamos. Pero pareciera que no es suficiente.
Venus representa la armonía y el equilibrio y en la naturaleza eso se ve perfecto en las estaciones, en el día y la noche, en que no existe el concepto de basura, porque todo se compostea.
Los seres humanos solemos estar muy parados en el lado dador, en el lado buscador y sostenedor. Ojo, banco trabajar mucho pero si descansamos mucho, banco dar mucho pero si después recibimos mucho. No se trata de no ser intensos -Justo yo no voy a decir eso- sino de seguir el flujo de la vida que es expansión, retracción: noche día, primavera verano – otoño invierno. Pretendemos vivir en un verano eterno.
El equilibrio, la justicia, es sombra colectiva
Y el otro lado de la sombra colectiva de Venus es el Otro: Venus representa cómo me complemento con alguien. Con alguien diferente a mi.
Pero generalmente, cómo aprendemos a querer desde la luna, tendemos a cerrar, a crear borde y dejar “lo de adentro” que sea uniforme. Pero Venus es apertura, receptividad al otro. En el Tarot “New vision” Que es el 180 grados del Rider Waite, La emperatriz tiene las puertas de su jardín abiertas.
Ya dijimos que Venus tiene que ver con el valor. Tendemos a valorar cosas externas pero
¿nos valoramos lo suficiente para dejar que el otro se mueva, que venga a buscarme, que me brinde su ayuda? Si nos gusta tanto dar, ¿no nos damos cuenta que si damos todo, le estamos impidiendo al otro que pueda dar también?
Acá no se trata de quedarme quieta y que el otro haga todo, se trata de dar y recibir, de hacer y dejar hacer, de hablar pero también de escuchar.
Venus entonces nos habla de la receptividad, el valor (por eso también se asocia al dinero), la complementariedad, el equilibrio y la armonía.
Confundimos todo eso con el deseo, con Marte, pero si falta Venus, siempre vamos a tener la sensación de que estoy en falta, de que siempre debo moverme para todo porque no soy suficiente -o no tengo suficiente-y por eso necesito más.
El deseo nos hace movernos y querer superarnos y eso está muy bien, porque así crecemos. Pero si nos desconectamos del valor, podemos creer que deseamos cosas que en realidad no deseamos porque no las valoramos realmente o podemos creer que si obtengo cuál o tal cosa me va a hacer feliz.
Hace poco leí una frase que decía algo así como “es rico el que tiene cosas que el dinero no puede comprar”. Y esa es la diferencia entre abundancia y riqueza, porque hay ricos que son pobres con mucho dinero y hay gente con menos recursos que es como un suelo fértil, donde siempre crece lo que se necesita, porque saben valorar lo que tienen.
Venus nos permite conectar con el goce de estar vivos, con sentirnos suficientes, para que cuando conectemos con el deseo, con Marte, el mismo sea real y no una bolsa con un agujero debajo, que siempre que meta algo dentro, va a estar vacía.
Venus nos conecta con valorar la naturaleza, a los demás y a la danza de la vida, de todo lo que nos rodea.
Venus nos invita a abrir y eso siempre, es una invitación a crecer.